jueves, 28 de enero de 2010

Ruta 40





9:00: el autobús apesta. Los asientos que nos han asignado están rotos y rajados y los cristales tienen más de un dedo de polvo. Así con este panorama empezamos nuestro día de viaje. La ruta 40 es una carretera sin asfaltar que transcurre durante 5000 kilómetros de Norte a Sur, paralela a los Andes. Dicen que es la ruta por carretera por excelencia, ya que no hay servicios, ni pueblos, ni asfalto, ni nada... Dicen también que ahora es el momento de disfrutarla, porque en breve se asfaltará, creceran comercios a su lado y todo se acelerará. Por delante 13 horas de autobús, por carretera de tierra y a una velocidad media de 50 km/hora. Un ritmo lento, muy lento... maravilloso!!!!
11:00: Primera parada, una gasolinera perdida en mitad del desierto patagónico. Hay una caseta autoconstruida con chapas y maderas que dice ser una tienda. Los dependientes son gauchos indígenas que venden productos autóctonos y hechos por ellos mismos. 20´después seguimos el viaje...
12:00: el sol de justícia empieza a hacer mella entre los pasajeros. El autobús no tiene aire acondicionado y fuera la temperatura roza los 40 grados. Un pasajero abre la ventana y otro la escotilla. Preferimos llenarnos de polvo y tierra pero que entre un poco de aire ( ahora entiendo la arena que hay acumulada en los cristales ) a pesar de que nuestros ojos están llorosos y mis vias respiratorias taponadas.
17:00: Intento dormir, pero entre el calor y los baches de la carretera sin asfaltar hasta conciliar el sueño es una quimera. Fuera el paisaje es igual, desierto, más desierto y desierto y nada alrrededor, ni una simple antena de cables ni una caseta... y así llevamos 300 kilómetros. Esto es la patagonia, espacios immensos deshabitados ( 0,5 habitantes por km2). La belleza de la soledad...
20:00: Abro los ojos y todo sigue igual. Desierto, más desierto... ¿Todo? No, el sol está un poco más bajo. Aquí después de tantas horas de monotonia y monopaisaje el sol y su movimiento es el cambio más significante...
22:00: llegamos al destino, una hora y 40´más tarde del horario previsto. Pero aquí, en la nada, el tiempo adquiere otra dimensión. Es lo bueno que tiene que nadie te espere en la llegada ni que tengas nada que hacer al día siguiente. Es lo bueno que tiene este viaje... y es genial!!!

Fitz Roy




24-01-2010

Bajan dos excursionistas con paso firme y ritmo ágil mientras entablan una conversación. Nos cruzamos con ellos y nos saludamos ( aquí en tierras remotas también existe esa cortesía entre montañeros ).

- 40 días hace que no sale el sol por estas tierras y ustedes tené la suerte de disfrutarlo. Podé sentirse afortunados, muy afortunados! Aprovéchenlo que es un espectáculo único! Suerte amigos! –. Siguieron su camino con el mismo ímpetu que llevaban.

Seguimos subiendo la ruta “Fitz Roy”. Estamos en plenos Andes, justo en la frontera entre Chile y Argentina. El día es soleado y el calor aprieta más a medida que las rampas se hacen más empinadas. Seguimos el camino, aunque la elevada temperatura y el cansancio acumulado empiezan a hacer mella. Es entonces cuando te empiezas a cuestionar si el esfuerzo merece realmente la pena.

Llegamos a un cruce de caminos. Cogemos el desvío a la derecha y después de 10´ ya llegamos al mirador. El espectáculo es el de una postal gigante en 3 dimensiones. Mar incluso se atreve a estrenar sus acuarelas.. qué estreno tan impresionante!!! Hay gente en el mirador, quizás demasiado para disfrutar en pleno de la vista. Pero justo en ese momento, sube un montañero por una senda perdida; se para entre nosotros y nos dice con la sensación del que ha visto algo y necesita contarlo a alguien:

- Muy lindo. 50 metros más abajo, fuera de la senda principal, hay un laguito con patos y el Fitz Roy enfrente. Disfrútenla! -. Nerviosos y ansiosos bajamos el terraplen y…

25-01-2010

Amanece en el albergue. Fuera llueve y el Fitz Roy ya no se ve. Hace un día gris y muy frío. Desayunando y mirando tras los cristales mojados hacemos memoría del día de ayer. –La naturaleza hizo una pausa para que pudiéramos disfrutar de ese paisaje que parasiempre quedará en nuestras retinas. El Fitz Roy no se deja ver muy a menudo.-Comenta con tono nostálgico el alberguista.

PD: Saludos a Koldo ( hemos visto tu comentario ) , aunque no nos pudieramos despedir en condiciones del albergue Aylen-Ayke. Saludos también a Ivan, el escalador vasco que esperó durante 30 días a poder escalar el Fitz Roy y se marchó sin conseguirlo…