miércoles, 17 de marzo de 2010

Río, "Cidade Maravilhosa"










“La felicidad es la capacidad individual de saber adaptarse a las diferentes circunstancias con la que nos encrontramos en el día a día”. No sé cuando ni donde escuché esa frase, pero si ya en su día la encontré de lo más sugestiva es en Río de Janeiro donde ha cobrado aún más sentido. Resulta realmente gratificante pasear por las calles observando como reaccionan la mayoría de cariocas ante situaciones imprevistas o desafiantes. Su comportamiento, digamos que por su carácter o idiosincrasia, resulta sorprendente si más no por los que estamos de paso por ésta ciudad. Sirvan algunos ejemplos para probar la eficiencia de la teoría:

Un trayecto en un centenario tranvía puede ser desde una experiencia ruidosa e incómoda para ciertos "guiris" hasta una improvisada y no menos peligrosa atracción de feria para un grupo de "mininos" brasileiros.
Una tormenta huracanada momentos previos a un derby futbolístico en Maracaná es para un grupo de turistas un diluvio aguafiestas que estropea el espectáculo. Mientras, miles de hinchas brasileiros encuentran en los relámpagos y truenos los aliados perfectos para engrandecer aún más los cánticos con los que “empujar” a su equipo.
Para algunos, los andamios que cubren por obras el Cristo Redentor son una maldición del propio Ser Supremo que les impide disfrutar en pleno de una de las 7 maravillas del mundo. Otros, encuentran en él la escalera divina que se les brinda para tocar por un día el cielo con las manos…
Los hay incluso quien imagina un decorado de carnaval en un futurista edificio de arte contemporáneo.

Para unos, un maravilloso atardecer es una nostálgica cuenta atrás de un fabuloso día de playa que se acaba. Sin embargo, para un grupo de pescadores, la puesta de sol es el principio de una noche de pesca que promete ser mágica.Porque todo depende del punto de vista con el que se mira, aunque lo más acertado probablemente sea hacer como el carioca: mirar la vida desde puntos de vista diferentes